Esta producción audiovisual se realizó en conjunto entre un grupo de dibujantes bolivianos, una productora danesa y un director francés (Denis Chapon) en -según dice la leyenda del final- dedicación a los que lucharon y luchan por el agua. Para la descripción de este corto es preciso distinguir entre dos dimensiones: qué se cuenta (la fábula) y cómo se cuenta (la puesta en escena).
El corto narra la historia de la viejita indígena que hace llover con su canto, hasta que es echada de sus tierras por los nativos y se encuentra con los hombres urbanos que sólo quieren utilizarla para obtener provecho monetario. Esta historia proviene de un "mito del Pueblo Ayoreo (pueblo indígena del chaco boliviano), que narra su pedido de lluvia a la abuela grillo Direjnám, creadora del agua, regente de la lluvia y de la sequía." (fuente)
Lo mágico es que viendo el corto pareciera que está hecho todo de manera muy sencilla, y se podrá pensar que no hay nada de especial en una sucesión de eventos lineal y directa, con personajes estereotipados y finales felices. Pero también podemos pensar que se requiere una enorme destreza para narrar una historia sensible, compleja, coyuntural, con lucha de intereses y conflictos sociales entre culturas, cuestiones de interés público en materia de salud y medioambiente, poner una mirada crítica sobre el funcionamiento del sistema productivo, de los mercados, y su relación con la naturaleza y con el hombre-natural, y todo esto sin necesidad de recurrir al facilismo del diálogo y solamente en diez minutos.
La representación gráfica de los personajes y de las emociones es firme y determinante: los malos están trajeados de oscuro, están construidos con líneas rectas, con ángulos puntiagudos, hasta el jefe de los "malos" cuando sonríe tiene cara de tiburón (¡no me digan que no!). Los indígenas son de contextura redondeada, gestos amenos, coloridos. Los estereotipos funcionan para contar una historia, no le juegan en contra.
La música simple y suave acompaña y le da ritmo al relato. Las cosas serán simples, pero no son irrelevantes. Veamos el balde, por ejemplo. O el maíz: es lo que la une a la música, lo que sirve de ofrenda y de ofensa con los demás indígenas, es con lo que vuelve a su tierra. Tan simple, simétrico y circular que funciona a la perfección
Se puede pensar también en una relación triádica entre la lluvia (el agua), el canto y la felicidad. Se puede ver la explotación de los hombres y de la naturaleza (la abuela grillo es tan naturaleza como es humana) que aplica la mercantilización con sus propias manos, cómo se exprime hasta la última gota en función del dinero, cómo se ve el lucro en la necesidad, en el dolor (las lágrimas), cómo se elevan los precios de manera arbitraria, cómo la industria -el capitalismo- se apropia a la fuerza de lo que no le pertenece y quiere ser libre.
Entonces tenemos un corto que es hermoso en su sutilidad, su narración exclusiva de música e imágenes, su cuidado dibujo. Por un lado la historia que cuenta y lo que plantea sobre la actualidad, por el otro el riguroso manejo del arte audiovisual. Hay que recordar, sin embargo, que esta distinción entre fábula y puesta en escena no es una separación tajante, no es un corte de navaja entre las tripas de abuela grillo. Mejor es imaginar un diagrama circular, porque dichas dimensiones no sólo no pueden existir por sí solas sino que se retroalimentan entre sí. Sólo así una historia sensible se hace mágica.
Abuela grillo (2010)
on 15 de noviembre de 2010
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