A rasgos generales, es la típica comedia olvidable protagonizada por Vince Vaughn (el mismo personaje con nombre y algún otro detalle diferente está en Four Christmases, The Break Up, Fred Claus, Wedding Crashers, Dodgeball -aunque esta última es de otro nivel y acá le subimos los pulgares-). Es cine comercial y pasatista; como diría Fede, "para ver con amigos".
Una pareja decide ir a un lugar paradisíaco cuyo complejo hotelero se encarga de 'arreglar' matrimonios, de hacerlos más unidos y felices a través un programa especial que incluye muchas actividades 'divertidas' como buceo, jet ski, caminatas y demás. Las otras tres parejas que los acompañan van para hacerles la gamba (promoción, van 8 y pagan la mitad) pero con la condición de no ir a las sesiones de terapia.
En el lugar se encuentran con un par de personajes "coloridos". El primero es uno de los encargados del resort, interpretado por Peter Serafinowicz, quien me causa una gracia indescriptible. Sus primeras apariciones son muy buenas, con un tono misterioso y expresiones faciales hilarantes (el acento británico suma).
El segundo es el dueño, maestro y creador del programa para ayudar a las parejas, interpretado por Jean Reno. Igualmente extravagante, con propuestas extrañas y observaciones ridículas, pero con un nivel casi nulo de comicidad. Simplemente Jean Reno no tiene gracia (está peor que en The Pink Panther, en el que al menos es respetable), y las situaciones clichés de humor fálico/sexual no lo ayudan. Por último, en otro papel nada original, el "musculoso irresistible a cualquier mujer", aunque esta vez además parece tener un ligero retraso mental, un repugnante y decadente Carlos Ponce (sí, el que cantaba Rezo) que se suma al intento de comedia sexual rozando (es decir, según la RAE, "pasar tocando y oprimiendo ligeramente...") su zunga por los cuerpos de los protagonistas. Súper. En esencia es el mismo personaje, salvando las distancias en habilidad actoral, al que interpreta el versátil Hank Azaria en Along Came Polly.
El desenlace de la película, esperable también. La comedia o los intentos de comedia desaparecen, y las situaciones se funden sobre una película romántica: palabras suaves (o a los gritos, matiz que en definitiva no aporta relieves), sin intentos burdos de comicidad, se hablan "en serio", con emoción, blablas y ya, colorín colorado.
Julie & Julia (2009)
on 25 de febrero de 2010
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drama light,
historias cruzadas
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Algunos teóricos de la cinematografía postulan que el cine interpela a los espectadores de manera que éstos puedan incorporarse a la experiencia que la historia narra, a través de mecanismos de proyección e identificación. Así, la conexión que se siente con la película determina la experiencia que cada obra significa para cada individuo espectador.
Uno de los problemas que encontramos en Post Grad (ver post anterior) es la minúscula posibilidad de identificación que puede sentir una persona en la 'misma situación' que la joven graduada (dejando de lado las fundamentales incoherencias en la lógica de la trama).
A nuestro entender, Julie & Julia resuelve estos mecanismos de interpelación de manera muy respetable. La crisis de hastío que atraviesa Julie es realista, y una vez desplegado su mundo y su dinámica cotidiana se observa la profundidad y complejidad de su estado emocional. Las expresiones en su cara (Amy Adams hace lo suyo de manera correcta) a través de todos los momentos cotidianos construyen una historia creíble y actual.
El otro aspecto realista, hasta cierto punto, es que la historia no sigue de manera fiel la lógica del tan popular sueño americano (american dream). El punto quizás es la realidad misma, la realidad de la autora del libro que luego se convirtió en una película coprotagonizada por Meryl Streep (nada mal para un sueño americano -aunque desconocemos los inicios de la escritora-) y que aparece luego de la última escena filmada como una leyenda sobre fondo negro.
Como dato paratextual puede resultar un detalle interesante, lo cual no significa que haya sido la mejor opción ubicar esa información inmediatamente después de que la película "termine" (aquí se abre un interrogante sin mucha importancia: ¿cuándo termina una película? ¿En el momento en que termina la última escena o, si tiene mensajes posteriores, luego de que éstos terminen?)
Lo interesante es que lo mundano quiebra a los protagonistas, pero en todo momento queda claro que el problema de Julie es Julie. Y la lucha es consigo misma, que tan atrapada en sí está como en su "1 tiny apartment kitchen" (uno de los posters promocionales de la película dicta que las situaciones suceden allí, y me recuerda a más de una película de hollywood en la que se hace referencia al increíble tamaño diminuto de algunos departamentos, lo cual desde acá parece en demasía exagerado, porque lo que en Buenos Aires puede ser llamado "pequeño departamento" es tal vez 1/4 de los que suelen tener como "pequeño" en las películas de hollywood).
La historia de Julia Child, que se narra a la vez que la de Julie, es, como la mayoría de las historias de personajes únicos, al menos interesante.
Los paralelismos no explícitos entre Julie y Julia ayudan a la unidad del film. Acá no somos específicamente fanáticos de Meryl Streep, aunque nunca la hemos visto dejar algún cabo suelto en sus interpretaciones. Ésta vez, creemos, ante el desafío de la corporalidad (física y de voz) se luce perfectamente.
No vamos a decir que es una película revolucionaria ni una obra maestra del arte contemporáneo, pero en tanto el cine no busca cumplir esa fantasía en todas sus expresiones, hace un papel digno como entretenimiento. Además, para los individuos estancados en vidas burocráticas y rutinarias puede ser fácil encontrar identificación y así, tal vez, empezar a crear proyectos, no para darle sentido a sus vidas sino para generar el movimiento necesario para encontrarlo.
Uno de los problemas que encontramos en Post Grad (ver post anterior) es la minúscula posibilidad de identificación que puede sentir una persona en la 'misma situación' que la joven graduada (dejando de lado las fundamentales incoherencias en la lógica de la trama).
A nuestro entender, Julie & Julia resuelve estos mecanismos de interpelación de manera muy respetable. La crisis de hastío que atraviesa Julie es realista, y una vez desplegado su mundo y su dinámica cotidiana se observa la profundidad y complejidad de su estado emocional. Las expresiones en su cara (Amy Adams hace lo suyo de manera correcta) a través de todos los momentos cotidianos construyen una historia creíble y actual.
El otro aspecto realista, hasta cierto punto, es que la historia no sigue de manera fiel la lógica del tan popular sueño americano (american dream). El punto quizás es la realidad misma, la realidad de la autora del libro que luego se convirtió en una película coprotagonizada por Meryl Streep (nada mal para un sueño americano -aunque desconocemos los inicios de la escritora-) y que aparece luego de la última escena filmada como una leyenda sobre fondo negro.
Como dato paratextual puede resultar un detalle interesante, lo cual no significa que haya sido la mejor opción ubicar esa información inmediatamente después de que la película "termine" (aquí se abre un interrogante sin mucha importancia: ¿cuándo termina una película? ¿En el momento en que termina la última escena o, si tiene mensajes posteriores, luego de que éstos terminen?)
Lo interesante es que lo mundano quiebra a los protagonistas, pero en todo momento queda claro que el problema de Julie es Julie. Y la lucha es consigo misma, que tan atrapada en sí está como en su "1 tiny apartment kitchen" (uno de los posters promocionales de la película dicta que las situaciones suceden allí, y me recuerda a más de una película de hollywood en la que se hace referencia al increíble tamaño diminuto de algunos departamentos, lo cual desde acá parece en demasía exagerado, porque lo que en Buenos Aires puede ser llamado "pequeño departamento" es tal vez 1/4 de los que suelen tener como "pequeño" en las películas de hollywood).
La historia de Julia Child, que se narra a la vez que la de Julie, es, como la mayoría de las historias de personajes únicos, al menos interesante.
Los paralelismos no explícitos entre Julie y Julia ayudan a la unidad del film. Acá no somos específicamente fanáticos de Meryl Streep, aunque nunca la hemos visto dejar algún cabo suelto en sus interpretaciones. Ésta vez, creemos, ante el desafío de la corporalidad (física y de voz) se luce perfectamente.
No vamos a decir que es una película revolucionaria ni una obra maestra del arte contemporáneo, pero en tanto el cine no busca cumplir esa fantasía en todas sus expresiones, hace un papel digno como entretenimiento. Además, para los individuos estancados en vidas burocráticas y rutinarias puede ser fácil encontrar identificación y así, tal vez, empezar a crear proyectos, no para darle sentido a sus vidas sino para generar el movimiento necesario para encontrarlo.
Post Grad (2009)
on 23 de febrero de 2010
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fiascos,
género indefinido
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(versión corregida y revisada al 25.04.2010)
Recién vi Post Grad (2009). Evidentemente con este poster al que le chorrea photoshop (se nota que el gorro está agregado y que el cuerpo está dibujado) no nos esperamos un dramón ni una película de terror. Post Grad es una brevísima y floja historia de qué hace una graduada universitaria luego de que no puede cumplir su único objetivo: trabajar en cierta empresa editorial.
No hay posibilidad de identificación con la "crisis" de esta chica llamada Ryden, a pesar de que la duda del qué hacer con mi vida cuando termine de estudiar es algo que la mayoría de los universitarios sienten en algún momento.
Nadie es, primero, tan ingenuo o estúpido como para reducir sus posibilidades laborales a una única empresa.
Segundo, no hay momento en el que realmente se la vea en crisis, más allá de un par de escenas en las que parece frustrada por no haber tostado el pan de manera correcta. Sí, busca trabajo por otros lados por un par de días y no encuentra, bajón. Y busca súper activa, cabe señalar, no muy creíble en una persona que vio morir la posibilidad de su único sueño, un sueño que tuvo toda su vida. Este tipo de detalles rompen el verosímil en el nivel del imaginario social, y sin una justificación detrás el relato de esta historia parece estar en boca de un niño de dos o tres años con trastornos por déficit de atención.
Mientras tanto está su amigo, que también se graduó y tampoco sabe qué hacer, y que dice en joda que está enamorado de ella pero hay una batería de clichés que indican que le gusta posta. Al menos la crisis del señor parece más real, es de indecisión: es músico, pero le aceptaron el ingreso a la Universidad de Columbia para estudiar Derecho.
Un par de superfluos conflictos familiares mediantes, y la historia pega una vuelta en U. No es un plot point, es un mamarracho inesperado pero no hay en la sorpresa nada positivo, es como haber cambiado de canal en el medio, porque la lógica interna de la película se desdibuja, como así la línea argumental.
Da la impresión de que los escritores resolvieron el conflicto principal de la trama cambiando la trama, lo cual no sería mala idea si no se hubiera acotado tanto la misma al principio. Y no hablo sólo de los primeros minutos de film con el clarísimo conflicto como puntapié inicial, cuando digo principio digo TÍTULO, POSTER Y SINOPSIS. Digo IDEA, señores.
La familia está loca y se parece mucho a la de Little Miss Sunshine: el niño raro, el padre disfuncional y estúpido, la madre sumisa que no hace un cuerno y el abuelo (que en este caso es la abuela) grosero, cínico y calavérico (lo que en la otra era por el exceso de drogas acá parece ser algún tipo de enfermedad terminal).
Y aparece Rodrigo Santoro, un tipo con una presencia insoportable para los redactores de este blog, en un rol que no puede caernos mejor: un casanova-dandy sentimental que se hace el dulce, hace caer a la muchacha a sus pies y ¡claro!, es un imbécil.
La idea para la historia prometía, y hasta ahí llega la tolerancia de la existencia de películas así. Aunque no haya cumplido, y haya sido realmente un fiasco, después de haber visto películas como The Proposal (2009), donde se parte de una idea realizada doscientasmilveces y se hace lo peor que se puede hacer, ésta tiene el único mérito (y en este momento histórico es tristísimo que esto sea un mérito) de traer una protagonista con sombrero nuevo.
Recién vi Post Grad (2009). Evidentemente con este poster al que le chorrea photoshop (se nota que el gorro está agregado y que el cuerpo está dibujado) no nos esperamos un dramón ni una película de terror. Post Grad es una brevísima y floja historia de qué hace una graduada universitaria luego de que no puede cumplir su único objetivo: trabajar en cierta empresa editorial.
No hay posibilidad de identificación con la "crisis" de esta chica llamada Ryden, a pesar de que la duda del qué hacer con mi vida cuando termine de estudiar es algo que la mayoría de los universitarios sienten en algún momento.
Nadie es, primero, tan ingenuo o estúpido como para reducir sus posibilidades laborales a una única empresa.
Segundo, no hay momento en el que realmente se la vea en crisis, más allá de un par de escenas en las que parece frustrada por no haber tostado el pan de manera correcta. Sí, busca trabajo por otros lados por un par de días y no encuentra, bajón. Y busca súper activa, cabe señalar, no muy creíble en una persona que vio morir la posibilidad de su único sueño, un sueño que tuvo toda su vida. Este tipo de detalles rompen el verosímil en el nivel del imaginario social, y sin una justificación detrás el relato de esta historia parece estar en boca de un niño de dos o tres años con trastornos por déficit de atención.
Mientras tanto está su amigo, que también se graduó y tampoco sabe qué hacer, y que dice en joda que está enamorado de ella pero hay una batería de clichés que indican que le gusta posta. Al menos la crisis del señor parece más real, es de indecisión: es músico, pero le aceptaron el ingreso a la Universidad de Columbia para estudiar Derecho.
Un par de superfluos conflictos familiares mediantes, y la historia pega una vuelta en U. No es un plot point, es un mamarracho inesperado pero no hay en la sorpresa nada positivo, es como haber cambiado de canal en el medio, porque la lógica interna de la película se desdibuja, como así la línea argumental.
Da la impresión de que los escritores resolvieron el conflicto principal de la trama cambiando la trama, lo cual no sería mala idea si no se hubiera acotado tanto la misma al principio. Y no hablo sólo de los primeros minutos de film con el clarísimo conflicto como puntapié inicial, cuando digo principio digo TÍTULO, POSTER Y SINOPSIS. Digo IDEA, señores.
La familia está loca y se parece mucho a la de Little Miss Sunshine: el niño raro, el padre disfuncional y estúpido, la madre sumisa que no hace un cuerno y el abuelo (que en este caso es la abuela) grosero, cínico y calavérico (lo que en la otra era por el exceso de drogas acá parece ser algún tipo de enfermedad terminal).
Y aparece Rodrigo Santoro, un tipo con una presencia insoportable para los redactores de este blog, en un rol que no puede caernos mejor: un casanova-dandy sentimental que se hace el dulce, hace caer a la muchacha a sus pies y ¡claro!, es un imbécil.
La idea para la historia prometía, y hasta ahí llega la tolerancia de la existencia de películas así. Aunque no haya cumplido, y haya sido realmente un fiasco, después de haber visto películas como The Proposal (2009), donde se parte de una idea realizada doscientasmilveces y se hace lo peor que se puede hacer, ésta tiene el único mérito (y en este momento histórico es tristísimo que esto sea un mérito) de traer una protagonista con sombrero nuevo.
Polvo de hada.
on 22 de febrero de 2010
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Comments: (3)
Voy a empezar un proyecto.
Porque necesito un proyecto, por más frívolo o mediocre que sea. Algunos tejen, otros salen a correr, otros ven fútbol o se dedican a traducir y subtitular capítulos de Lost apenas salen, otros sacan una foto por día, de sus caras o sus plantas o sus gatos; yo voy a hacer esto.
Sé que primero me toca el jucio; les aviso desde ahora que no voy a asistir. Las actividades que no están (¿tan?) de moda primero se juzgan, aunque estén al mismo nivel de "utilidad" (qué obsesionados estamos con esto, muchachos) que lo incuestionable.
El contenido no es su razón de ser, su razón es ser proyecto. Déjense de preguntarse que para qué hago esto, no hay una utilidad ulterior, no es para qué sino por qué.
Los proyectos son esas cositas mágicas que tienen la fuerza incomparable de mantenernos activos, concentrados, de sacarnos del estancamiento pútrido y embarrado y del sinsentido, de arar y dejar preparado el suelo para plantar semillas de otros frutos.
Recién vi, o Re~cine vi, comienza.
Porque necesito un proyecto, por más frívolo o mediocre que sea. Algunos tejen, otros salen a correr, otros ven fútbol o se dedican a traducir y subtitular capítulos de Lost apenas salen, otros sacan una foto por día, de sus caras o sus plantas o sus gatos; yo voy a hacer esto.
Sé que primero me toca el jucio; les aviso desde ahora que no voy a asistir. Las actividades que no están (¿tan?) de moda primero se juzgan, aunque estén al mismo nivel de "utilidad" (qué obsesionados estamos con esto, muchachos) que lo incuestionable.
El contenido no es su razón de ser, su razón es ser proyecto. Déjense de preguntarse que para qué hago esto, no hay una utilidad ulterior, no es para qué sino por qué.
Los proyectos son esas cositas mágicas que tienen la fuerza incomparable de mantenernos activos, concentrados, de sacarnos del estancamiento pútrido y embarrado y del sinsentido, de arar y dejar preparado el suelo para plantar semillas de otros frutos.
Recién vi, o Re~cine vi, comienza.