Parece ser que el jueves pasado se estrenó en Argentina "Nuevamente amor" (detestamos estas aberraciones de la traducción pero lamentablemente así se reconocen las películas por estos lugares), una romántica con Jennifer Aniston y Aaron Eckhart. "Rachel", de Friends (lo único por lo que será recordada -aunque no por talento sino por popularidad-) y el vocero inescrupuloso de las tabacaleras en Thank you for smoking respectivamente.
Vimos esta película hace meses ya, pero aprovechamos el momento del estreno para advertir a los descuidados o a aquellos asiduos espectadores de cine que concurren a estos establecimientos con la finalidad de salir del encierro del hogar.
Se cuenta la historia de Burke, un viudo que escribe un libro de autoayuda y da con carisma y entusiasmo pretendido un seminario/taller sobre cómo lidiar con muertes de seres queridos. Entre consejos baratos, golpes bajos y algunos aciertos de relato (contradicciones entre la palabrería de su libro y su situación real mostrada en imágenes) se cruza con una mujer convencionalmente bella de carácter fuerte y particular: Eloise.
El incipiente intento de dejar la literalidad y acercarse al lenguaje primordialmente cinematográfico recae en una insistencia excesiva de algunos detalles que, además, carecen de sentido para la diégesis del film. En la primera escena se observan unas manos cortando limones, exprimiéndolos, juntando hielo y echando líquido transparente a un vaso mientras se escucha a Burke con voz alegre relatando el primer capítulo de su libro: "Si la vida te da limones, podés poner cara larga o hacer limonada", dice. La escena termina con un movimiento de cámara que se aleja del vaso y deja en primer plano una botella de vodka. Primer indicio de que el protagonista 'necesita' alcohol a primera hora de la mañana porque su vida no va de diez. Siguiente escena, llega al hotel donde dará el seminario y cuando entra a su habitación se sirve otro vaso de vodka. Un par de escenas más adelante, vuelve a la habitación y sigue tomando. Dos escenas más, y está en el bar del hotel junto a su representante tomándose otro trago. Cuando lo termina, se toma el de su amigo. A esta altura uno supone que este personaje debe tener serios problemas de alcoholismo... Pero no, en el resto de la película no se vuelve a mencionar algo al respecto.
Lo que sí se menciona reiteradamente y con tal literalidad que resulta burdo es la hipocresía de Burke para pregonar sobre lo importante del duelo, que la felicidad es un estado mental y demás versos que evidentemente a él jamás le funcionaron.
La historia de amor entre este personaje y la señorita en cuestión es indudablemente predecible. Es la misma fórmula y pasan las mismas cosas que en la mayoría de estas berretas películas románticas de hollywood que presentan algunas caras convocantes y una fotografía respetable -debido al presupuesto que manejan- pero que a fines de cuenta la aspiración es monetaria y no artística ni de impacto social. Se van conociendo de a poco, se gustan, se distancian, las emociones comienzan a desmoronar a los personajes, hacen grandes gestos por el otro, se confunden pero eventualmente 'se dan cuenta' y vuelven para siempre. También es conocido el discurso del amor como meta última, porque es tan fantabuloso que soluciona casi de un día para el otro todos los aspectos de la vida. Iupi.
Sí hay algunas sorpresas: lo increíblemente literal que se vuelve el relato. Las escenas, mal que bien dan a entender ciertas cosas sin necesidad de decirlas, sin embargo inmediatamente después alguno de los personajes lo deja bien clarito en palabras y arruina todo. Para el momento en que Eloise pregunta si Burke había faltado al funeral y su representante contesta que sí ya estaba claro, y también ya todos habíamos entendido lo que después le dice Eloise a Burke, que es él quien necesita ayuda para seguir con su vida y demás.
Por otra parte, hay varias escenas de momentos fundamentales que son incongruentes. La escena del recital es inadmisible. Se supone que es cuando la relación toma un vuelo de diferentes proporciones y sin embargo la muchacha decide hacer algo que nunca se había mencionado ni sugerido (y se plantea que es como un gran gesto de su parte). La otra escena inconexa es la última; le da un cierre estético pero es absolutamente incoherente.
Hemos leído, en una crítica con la cual coincidimos, que lo único 'atractivo' es la actuación de Eckhart. Coincidimos, pero su correcto desempeño no alcanza para salvar al hundimiento progresivo y esperable de la película.
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