Mary and Max (2009)

Existe la tendencia a asociar las películas cuyos personajes no son interpretados por personas reales al género infantil. Es decir, se tiende a pensar que todo lo que no es live-action tiene primordialmente un público infantil.
Mary and Max es una película hecha con la técnica denominada "claymation" (clay animation) o plastimación, que es básicamente cine hecho a lo stop-motion de personajes y escenas creados en plastilina o materiales maleables similares. El trabajo manual en Mary and Max es impecable, y no hay ni una expresión en la cara de los personajes que no sea profunda y absolutamente humana.
Si bien tiene un muy buen sentido del humor, tras una mirada panorámica es una película dramática, profunda aunque sutil y conmovedora. Lejos está de ser una película infantil.
Mary es una niña solitaria de 8 años que vive en Australia. Tiene un padre ausente y una madre alcohólica y déspota. O sea (como diría mi mamá), "no tiene padres". Max vive en Nueva York, es un hombre de 44 años que sufre de un tipo de autismo, el síndrome de Asperger, y tampoco tiene familia (el padre lo abandona y la madre se suicida). Por su curiosidad y la necesidad de saciarla en contacto con otros seres humanos, Mary decide enviarle una carta con sus inquietudes a una persona, cualquiera, cuyo nombre saca de una guía telefónica.
Estéticamente, hay un simbólico manejo de colores que refuerza la trama y las vidas de los personajes. Mary colorea la vida de un hombre que no logra encontrar sentido en el mundo gris, caótico y oscuro de la gran metrópolis. El mundo en Australia es todo del color poop, que tanto "marca" a Mary en su vida.
Los diálogos tradicionales son escasos, la mayor parte de la interacción lingüística entre los personajes es escrita. La película, además de no abusar del diálogo de por sí, ganó una enorme simpatía de mi parte por recurrir a un narrador para enriquecer la historia con los pensamientos de los personajes, las situaciones pertinentes de sus vidas pasadas y las descripciones de sus entornos. La presencia del narrador puede confundirse con la tradición de los cuentos para niños, pero resulta un recurso útil para evitar los inverosímiles y forzados diálogos a los que nos tienen acostumbrados las películas de hollywood para decir cosas (explicitar tipos de relaciones, describir situaciones del pasado) que les sería más complejo -les haría gastar tiempo y neuronas- explicar en imágenes o en palabras indirectas. De todas formas la atmósfera de cuento infantil que el narrador puede inspirar no llega a asfixiar, y más que resultar sólo útil, la narración trabaja armoniosamente con el ritmo de la película y con los personajes. Los ayuda a permanecer intrigantes.
Mary and Max levanta interrogantes acerca de la naturaleza del ser humano. ¿Es lógico en sus acciones? ¿Qué es lo importante? ¿Cómo hace para relacionarse?
Mary al crecer va a la Universidad y se gradúa. A pesar de no tener amigos, se casa. Y sin embargo es en el personaje de Max, cuya condición natural parecía no permitirle asimilar la conducta humana, donde se responden estas preguntas.
Es interesante el abordaje sobre el síndrome de Asperger, porque si bien está equiparado a la mente de un niño en su curiosidad, su incapacidad de comprensión y su ingenuidad, se sugiere que la clave de la diferencia (Max se rehúsa a considerarla una enfermedad) es la dificultad de relacionarse con otros. Como Max no había podido relacionarse con nadie, es sólo al ser amigo de Mary cuando se siente pleno y logra responder los interrogantes principales. El ser humano es imperfecto, y por eso tiene actitudes ilógicas, erróneas e hirientes.
El concepto que termina por completar la magnífica y sensible obra es sobre la importancia de la relación humana construida, y no dada por el espacio. Me conforta haber encontrado una expresión que va en contra del valor tradicional y cristiano (muchas veces irritantemente ilógico) de la familia, y defiende la amistad como valor fundamental en las relaciones humanas, en tanto no hay obligación impuesta y sí una voluntad propia, un interés genuino en una persona en tanto tal y no por su rol. Dicta una placa al final de la película:

"God gave us relatives, thank God we can choose our friends"
-Ethel Mumford.

Si no fuera por eso de Dios, cien por ciento de acuerdo.

2 comments:

Andita dijo...

Me conmuevo nuevamente al leer tu crítica, es de esas películas que te marcan. Es magnífica como bien dijiste.

val dijo...

Me alegro mucho, Andy; y sí, te marca, y marcan también un hito en el cine, creo yo.

Gracias por pasar :)

Publicar un comentario